Para pensarlo...

Si supiéramos que el Dios de lo imposible estará a nuestro lado para ayudarnos cuando nuestras capacidades humanas falten, estaríamos dispuestos a tomar retos mayores. Pues la realidad es que él está allí, por eso cada día aspiramos a hacer proyectos cada día más grandes.

Es hora de utilizar estas disciplinas aplicándolo a nuestra misión, Dios nos ha dado suficiente sabiduría para no caer en los errores del mal uso que el mundo secular le ha dado. Si poner en práctica estos conocimientos nos hará ser más efectivos en el arte de planificar y comunicar la solución para el hombre, seguramente estaremos cumpliendo el plan de Dios.
Nosotros mejor que nadie estamos convencidos de la utilidad de nuestro producto, deberemos buscar los objetivos en la publicidad que están directamente relacionados con el nuestro cliente tanto dentro como fuera de la iglesia y su reacción ante el mensaje, no importa los medios o tiempo que usemos. Siempre buscaremos informar sobre nuestro producto, demostrar sus capacidades, despertar la necesidad de adquirirlo y convencer a la decisión por obtenerlo. Para ello será necesario tener en cuenta el comportamiento de nuestro producto durante ciclo de vida que es una forma de analizar percepción de la audiencia y las formas como tratamos sus diferentes fases nos dará mejores resultados.
El Salmista dijo: “Yo publicaré tu gloria”, Salmo 145:6. Si estamos concientes que el mejor producto jamás diseñado para la humanidad está en nuestras manos, y que el diseñador por excelencia consideró nuestro servicio para llevarlo a quienes lo necesitan, invirtamos tiempo en la búsqueda de formas de anunciarlo.
En nuestro caminar encontraremos dificultades y posiblemente fracasos. Pero es importante recordar el momento en que una persona recibe el llamado a la salvación, verlo correr por un pasillo de la iglesia y caer de rodillas llorando al encontrarse con el poder perdonador de Dios. Si esta visión produce pasión por nuestro producto, debemos buscar cuantas maneras creativas emanen de la inspiración divina para que este escenario se repita con más frecuencia.

Seamos buenos vendedores de nuestro producto. La comisión ya ha sido ganada.

Cómo lograr buena publicidad.

La publicidad es más cuestión de práctica que de conocimiento, no obstante hay algunas consideraciones que deben tenerse para planificar y ejecutar una buena campaña de publicidad y estos son: la audiencia, los medios, el tiempo, el mensaje, la entrega y la evaluación.

1. La Audiencia.

Las personas a quienes va dirigido nuestro mensaje son importantes. Por eso debemos tener en cuenta sus valores, emociones, aversiones y aquellos aspectos que consideremos que influirán en la decisión positiva o negativa respecto a nuestro ofrecimiento. Muy pocos productos son para todas las personas, si bien nuestro producto, la salvación es para todos, debemos saber que no podemos ofrecerlo por igual a diferentes edades, niveles educativos o estratos sociales. No es hacer acepción de personas; al final esperamos llevarles el perdón de sus pecados, pero debemos admitir que para evangelizar a un profesional universitario se puede tener más éxito utilizando un comunicador de igual nivel. Pablo dijo: “me he hecho griego a los griegos, judío a los judíos con el fin de ganar a muchos”. Es claro que Pablo no hizo un evangelio acomodado a los griegos, pero debió buscar la forma de presentarlo en un lenguaje que pudiera tener altos resultados.
Un anuncio clasificado en el periódico puede ser bueno para vender un vehículo u ofrecer servicios técnicos, pero puede ser un desprestigio para una empresa que ofrece servicios de alta calidad. De igual manera un anuncio en la iglesia para jóvenes puede ser desagradable para adultos; no significa que debemos separarlos para dar el aviso, pero deberemos ser cuidadosos y concientes de quien es nuestro cliente meta para llegar a él causando el mayor impacto.

2. El Medio.

Una vez definida la audiencia es apropiado considerar el medio más adecuado. Para anunciar una conferencia en que presentamos un expositor extranjero donde esperamos presencia de miembros de diferentes congregaciones de la ciudad, será necesario usar medios masivos de comunicación. De preferencia radios o revistas cristianas que sabemos tienen mayor audiencia. No obstante, para anunciar un evento en una congregación de tamaño regular, será más efectivo invertir esfuerzos en un boletín local, hojas volantes o anuncios en reuniones dominicales.
Jesús utilizó medios variados, no todo lo habló. Y aún lo que habló en algunos casos lo hizo con parábolas, ejemplos o explicaciones simples. También usó publicidad de alto nivel para personas de grandes responsabilidades, tal como la transfiguración; el sabía que las tres únicas personas que estaban viendo debían ser impactadas para siempre con un espectáculo sumamente impresionante. Que decir de las profecías escritas siglos antes que viniera, o la estrella que marcó su nacimiento complementada con ángeles que cantaban a pastores. Aún la publicidad del silencio cuando se inclinó a escribir en la tierra es un medio que utilizó para convencer una clientela negativa.
La selección del medio a utilizar es vital para un éxito en el esfuerzo publicitario.

3. El Tiempo.

Cuando hablamos de tiempo nos referimos a la duración de la publicidad. No podemos desgastarnos una vida anunciando un producto como lo hizo Noé, quien después de 120 años de predicar logró que solo 7 personas se convencieran de su mensaje. No cuestionaremos a este hombre que la escritura dice que halló gracia ante los ojos de Dios, pero sí mencionaremos que el tiempo a invertir en la publicidad debe ser estimado, puesto que en estos días representa inversión de dinero o de recurso humano.
El tiempo que se considera para la publicidad debe ir en función de las diferentes etapas del ciclo de vida de nuestro producto. Recordemos que la gente suele ser reacia a la propaganda, al grado que cambia el canal de televisión en los comerciales o le baja el volumen. No debería extrañarnos que si la iglesia maneja el tiempo de anuncios como un punto del programa muchas personas en ese momento cambien de canal en su atención. Hasta donde sea posible debemos ser variados en la presentación de los anuncios, hasta en la predicación se puede anunciar un evento, sin que las personas se den cuenta y con grandes resultados.
Alguien dijo que el tiempo es oro. En la publicidad el tiempo es el oro de la atención de un oyente que no tiene la obligación de interesarse y debemos buscar la manera de aprovechar lo mejor posible esos segundos de atracción al llamado: “el que tiene oídos para oír oiga”.

4. El Mensaje.

El mensaje es de vital importancia, porque mal planteado puede generar expectativas falsas o malos entendidos. Para hablar de diezmos no es necesario sacar el mensaje de Malaquías y hacer hincapié a las personas en el robo descarado que están haciéndole a Dios. Es claro que algunas personas pueden caer en razón con un mensaje severo porque el toque imperativo motive por medio del Espíritu Santo sus corazones, pero es muy probable que muchos se motiven más oyendo el testimonio de personas que manifiesten su creencia en las ventanas de los cielos abiertos por mostrar gratitud a Dios por medio de su diezmo.
El mensaje que se pretende dar por medio de la publicidad es tan importante que generalmente debe decirse de forma literal. No es cierto que los problemas de una persona se terminen al tomar su decisión por seguir a Cristo; es muy probable que muchos problemas que antes no tenía ahora tenga que afrontarlos. El poder dar el mensaje adecuado debe ir guiado por la iluminación divina y la crítica de otros colaboradores ingeniosos.
Por eso si queremos hacer buena publicidad debemos considerar con cuidado el mensaje.

5. La Entrega.

La publicidad es más un arte que una ciencia, porque solo puede juzgarse de buena o mala, de efectiva o ineficiente, de abnegada o irreverente.
Aquí es donde se involucra la pasión con que las personas hacen las cosas, desde el vigilante que cuida los carros en el parqueo frente al templo hasta el músico que se derrama delante de Dios haciendo bajar la gloria del mar de cristal a un corazón destruido y le convence de la presencia que fluye en medio de la congregación.
La publicidad también necesita pasión por medio de una entrega total a la comunicación de ideas. Cuando se usa personas que no tienen esta vocación, cuando se comunica en un momento inadecuado o sin el ímpetu necesario se hace míseros remedos de la pasión con que Jesús caminó con una cruz hacia el Gólgota. Es necesario invertirse totalmente en esta misión, tal como lo dijera el misionero: “Que la pasión por Dios me consuma”. Que el comunicar las verdades que sabemos van a cambiar las vidas no parezcan mentiras por la poca entrega que se invierte en ello.
La forma como Jesús realizó cada acto; como sus sentimientos manifestaron llanto, alegría, enojo o tristeza demuestra que lo que hacía, lo hacía con una entrega total a una adaptación humana a la que no estaba acostumbrado durante toda una eternidad. La escritura cita: “Y Jesús se regocijó en gran manera”. Si creemos que la publicidad extrovertida es imprudente, deberíamos haber visto a Jesús carcajearse humanamente.

6. La Medición.

No es correcto hacer esfuerzos sin medir su impacto justificándose en la dureza de las personas o su escasa dedicación a Dios. Muchas veces el poco éxito de nuestra labor se debe a una publicidad mal enfocada, y eso debe hablarse entre colaboradores de confianza para evitar caer en la complacencia.
El mismo Jesús se sentó a escuchar lo que decía la gente de él, no porque no lo supiera sino porque quiso ejemplificar la necesidad del auto evaluación. En un momento Dios llama al humano diciéndole: “Ven, estemos a cuentas”. Dios no necesita que yo le haga cuentas porque él las conoce, pero insiste en sentarse a evaluar lo que ha pasado, lo que estuvo bien, lo que estuvo mal. A la hora de sumar y restar debemos ser eficientes en nuestra labor.
Por eso es importante que existan metas antes de realizar los eventos, porque esas metas serán el punto de comparación para medir la eficiencia de nuestros esfuerzos. Claro que la publicidad no será culpable de todo lo que salió mal pero el saber medir con sinceridad nos hará realizar las cosas mejor.

Así que si deseamos hacer buena publicidad no debemos olvidar la consideración de la audiencia a quien va dirigido, los medios más apropiados para alcanzar esa audiencia, el tiempo necesario para obtener resultados, el mensaje que deseamos transmitir, la entrega que invirtamos y la medición de resultados.

Objetivos de la Publicidad.

Hemos visto que la publicidad aplicada a la mercadotecnia está planeada para el ciclo de vida del producto. En la medida que este pasa por sus diferentes etapas necesitará diferentes tipos de enfoques, pero sea que esté en la fase de causar curiosidad o de generar imagen corporativa, hay objetivos que debe cumplir.

1. Informar.
Un producto no es visto de igual forma por diferentes personas y mucho menos en diferentes tiempos. Un par de zapatos puede significar seguridad para un constructor, y para una dama puede ser sinónimo de glamour. Una computadora en un tiempo puede considerarse un lujo y en otro momento una necesidad. La diferencia radica en el beneficio que produce. Eso precisamente es el producto y en esa función debe ofrecerse.
Que mejor manera de aclarar los beneficios del producto si no es por medio de la publicidad. Por esto la publicidad es información.
Luego de llamar la atención debe concluirse diciendo: “helo allí”, tal como lo hizo Juan el Bautista. No era importante el anunciante, más bien él mencionó que le era necesario menguar para que Cristo creciera. Su ministerio concluye con un broche informativo: “he aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Por lo tanto no debemos olvidar, que aunque algunas fases de la publicidad son poéticas y apelan a la inspiración, en el momento de tener la atención debe cumplir una función informativa.




2. Demostrar.
Si bien se conoce la utilidad del producto ofrecido, debe demostrarse su efectividad comparado con la competencia o la falta de él. Esto se logra con información, pero también con demostraciones en vivo.
La noticia de Jesús fue la misma siempre: “el reino de los cielos se ha acercado”; pero debió demostrar la realidad de ese reino por medio de acciones que le diferenciaran de muchos revoltosos que habían venido antes que él. También debía diferenciarse de su competencia tradicional; conservadores religiosos acostumbrados por años a hacer las cosas a su manera.
Jesús debió demostrar su diferenciación con milagros poderosos, pero también con acciones humillantes y controversiales. No lo hacía por causar conflicto; más bien porque estaba seguro de su verdad, reconociendo que para mostrar un reino desconocido, era imperante ejemplificarlo con ejercicios prácticos.
No es extraño que cuando vamos al supermercado haya muestras de prueba de productos, o las empresas dedicadas a vender artículos por televisión acuden a demostraciones en vivo de su efectividad. Como cristianos debemos acudir a las demostraciones que muestren que lo que predicamos también lo vivimos y esto deberíamos llevarlo a la práctica con cada actividad que realizamos. Hacemos tantos eventos en el año, tal como campañas médicas, venta de productos usados, conciertos, cenas o eventos en público. Sería interesante que analizáramos como lograr que estas actividades se conviertan en demostraciones reales de la fe que creemos.
Eso es Publicidad demostrativa al estilo Jesús.


3. Despertar.
Ningún esfuerzo es bueno si no produce reacciones de cambio en las personas. Eso es lo que busca nuestra misión y a eso es que llamamos arrepentimiento. Para esto se debe acudir a la creatividad, el ingenio por medio de la acción con el objeto de provocar reacciones de la curiosidad, la empatía, el reto y la convicción.
No hay personaje más creativo que Dios. Para ello solo debemos comparar un caballo de una cebra, ver el esplendor de un pavo real o analizar el buen humor de Jesús. El ser creativo no implica ser extrovertido, las personas deben prestar atención sin necesidad de sentirse ofendidas o agredidas.
Jesús para sanar a un ciego usó un poco de sucio lodo, era un acto de creatividad más que la beatificación de santa saliva. En otro momento provocó tanta curiosidad que alguien subió a un árbol para verle. Luego lo vemos entrando como rey montado en un simpático burro. Era necesario estar allí para poder ver la creatividad que tenía aquel que podía hablar a cinco mil personas, sin micrófono ni parlantes, en un lugar desértico y captar su atención sin tener que competir con el crujido colectivo del organismo ante el hambre inminente.
Estoy seguro que sabe de que hablo, usted lo ha visto en la predicación de un pastor cuya introducción es tan impactante que no se da cuenta a que hora se gastó 45 minutos que otro pudo haber convertido en un santo arrullo para almas reverentes. Apele a su creatividad, llame a la curiosidad de los ingeniosos, rete la valentía de los virtuosos, impresione la incredulidad de los aburridos.
Sea publicista al estilo Jesús, despierte la necesidad de los demás.




4. Convencer.
Ninguna práctica publicitaria es efectiva si no convence a la decisión por adquirir el producto. Si bien la persona debe estar informada y motivada, el arrepentimiento no es real mientras la persona no decide cambiar de dirección.
Este es el objetivo que más cuesta asimilar, porque la única manera de medir la publicidad orientada a la mercadotecnia son las ventas. En el ministerio esto es complicado, porque que no solamente medimos los nuevos convertidos, también debemos medir los que salen por la puerta trasera, los que capacitamos, los que involucramos en el ministerio y los que enviamos a servir. Adicionalmente también se deben medir los logros económicos, no porque sean prioritarios, sino porque todos los esfuerzos que se hacen cuestan dinero.
Jesús mantuvo un sorprendente equilibrio entre medir sus logros y el esfuerzo invertido en convencer. Claramente demostró que para él no era importante el tema económico y lo demostró delegando el cuidado del dinero quien que él conocía que no lo iba a administrar bien. Pero embargo su empeño por convencer lo manifestó en un plan organizado magistralmente con miras a saturar primeramente su equipo colaborador por medio de la enseñanza, el ejemplo, el monitoreo y la inspiración. Vemos como se esforzó por predicar a las multitudes, pero dedicar su mayor empeño en permanecer arduamente con grupos reducidos. Manejó un equipo de setenta personas a quienes envió de dos en dos; se hizo acompañar de doce individuos a quienes llamó selectivamente; disfrutó la compañía de tres de sus discípulos y les enseñó misterios especiales; invirtió sus últimos días en individuos por separado delegándoles responsabilidades complejas. Todo esto no es más que un acto organizado por lograr un convencimiento total de las personas que deberían cumplir su misión y promover un movimiento que permaneciera por siempre del cual somos partícipes con la misma pasión.
Esto también es publicidad cumpliendo el objetivo de convencer.
Jesús no solo se interesó en las cantidades, lo que hizo fue valorar las personas en las diferentes etapas de el ciclo de su ministerio. Inició desde la nada, llamando uno a uno, luego fue creciendo en número; logró multitudes en su etapa de saturación y finalmente invirtió sus esfuerzos en grupos cada vez más reducidos de personas que preparaba para su producto siguiente. Es claro, no menospreció su última venta cuando ofreció su producto al ladrón a precio de remate, sin mucho regateo le dijo: “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”
Debemos buscar que la publicidad cumpla la misión de convencer. Un sermón es un acto publicitario, es la anunciación de las buenas nuevas. Pero no solo eso debe convencer, deberemos buscar diferentes mecanismos para no solamente ser un buen semillero de plantas; también debemos promover un ministerio que sea buen vivero para producir crecimiento, sostenimiento y multiplicación.

El Ciclo de Vida de los Productos.

Los productos no son eternos en su acogida por parte del cliente; transitan por una forma de vida, en que nacen, crecen, producen resultados e inevitablemente mueren. A este período se le llama ciclo de vida, el cual inicia cuando el producto es anunciado por primera vez, aunque no esté accesible aún y finaliza en el momento en que ya no está disponible en esa versión. Consta de cinco etapas: Introducción, Crecimiento, Madurez, Saturación y Declinación. Cada una de estas fases requiere un tratamiento de mercadeo particular si se quieren obtener los mejores resultados.
Antes del lanzamiento de un producto hay una etapa de diseño, desarrollo y planificación durante el cual se plantean las estrategias para promoverle en las diferentes etapas de su vida. Jesús pasó por ello; el diseño debió existir desde mucho antes, pues su revelación se vino mostrando por medio de las profecías. Pero su preparación para salir a la luz pública fueron los cuarenta días en el desierto donde fue sometido a pruebas previas a su anunciación. A pesar de que el estaba en el desierto tenebroso, una fuerte campaña se manifestaba en el otro extremo del tapiz de arena por parte de su anunciante. El ministerio estaba a punto de iniciar.


Primera etapa. La fase de introducción.
Esta es la etapa donde nuestro objetivo más importante es llamar la atención y no precisamente los volúmenes de venta. Los esfuerzos de publicidad deben estar enfocados totalmente en la curiosidad de las personas. Obtendremos resultados por parte de los compradores impulsivos y los que estaban urgidos de este producto; cerca de un 8% de los clientes esperados pueden adquirirlo si ya está disponible. Lo mejor que podría pasar es que logre la suficiente acogida por parte de la gente y genere una expectativa favorable.
En el ministerio de Jesús este momento inicia en la aparición de Juan el Bautista y finaliza en la anunciación del cordero de Dios. Observemos que para esto no era necesario milagros; para Dios era suficiente despertar la necesidad de arrepentimiento después de 400 años de silencio. Es claro, Dios usó la forma más apropiada para su tiempo; una figura conocida por los judíos en similitud a Elías, ropa de piel de camellos, cabellos despeinados, y gritos por los desiertos llamando al arrepentimiento. Generalmente consideramos a Juan un impertinente pues nuestros predicadores imitan su frase: “generación de víboras” cuando no encuentran un insulto sagrado, pero si escudriñamos el centro de su mensaje era: “el reino de los cielos se ha acercado”. No decía como, ni donde, simplemente decía, que estaba cerca. Debió ser tan impactante su mensaje cuando dijo: “hay uno que está en medio de ustedes de quien no soy digno de desatar su calzado, él los bautizará con Espíritu Santo y Fuego”. Esto es causar expectativas.
Claro que esa expectativa generará controversia hacia un sector escéptico, pero eso no importa, siempre y cuando se obtenga su atención, ya habrá tiempo para convencerles.
Quizá esta etapa sea criticada por su utilización secular de aparentes engaños, mujeres semidesnudas y falsas promesas. Aquí es donde nuestra creatividad cristiana debe verse reflejada, puesto que el ingenio es una facultad dada por Dios. En el caso de Jesús el impacto se logró con una persona de quien no era atractivo ser ministrado, sobre todo si la pasta de dientes estaba cara en los supermercados. Más tarde los discípulos fueron confrontados con la frase: “¿Qué saliste a ver al desierto? ¿Un hombre vestido de vestiduras delicadas?” En esta etapa inicial Juan era una simple voz que clamaba en el desierto y preparaba el camino.
La etapa de introducción es equivalente a la entrada del sermón homilético. Recuerdo un pastor que para llamar la atención en su mensaje total hizo pasar un miembro disfrazado de ropas rociadas de licor, y lo llevó al frente, donde oraron por él. Mucha gente se sitió incómoda por que el hombre se sentó cerca, pero al final el pastor lo hizo quitar el disfraz y revelar su identidad conocida de un miembro honorable. Será cuestionable su método, pero logró su objetivo, llamar la atención ante un tema importantísimo: “Ver a las personas por lo que pueden llegar a ser”.
Para anunciar un evento, esta etapa debe hacerse rápido; sin dar detalles, solo captando la atención. Por supuesto que pueden usarse diferentes medios, si se cuenta con un boletín, un pizarrón de anuncios o proyección en pantalla grande pero no buscando otro objeto que no sea llamar la atención y dar la información mínima. Si queremos dar mayores detalles, eso es otra etapa y es urgente estar listo para ella.


Segunda etapa. La fase de Crecimiento.
Esta sigue a la fase de introducción. Cuanto mayor haya sido el impacto anterior, mayor crecimiento logrará, pero requiere una alta inversión. Como su nombre lo indica, se logra un crecimiento en la cantidad de clientes que adquieren el producto en poco tiempo. Nuestro esfuerzo debe enfocarse en la motivación de las personas, a este nivel el producto debe mostrar sus mejores características al grado de sorprender y obtener decisiones masivas. El verbo que ejemplifica esta etapa es “Motivar” puesto que se apela a las convicciones de las personas respecto a sus necesidades.
Cerca de un 15% de clientes deberían adquirir el producto en el tiempo diseñado para considerar un buen crecimiento.
En el ministerio de Jesús, se refleja el crecimiento a partir de su bautismo; en el llamado de sus discípulos, la decisión por seguirle era paralela a la extensión de su fama.
Este crecimiento despertará la envidia de la competencia y debemos estar listos, porque se acerca otra etapa.




Tercera etapa. La fase de Madurez.
Una vez que el producto logró una aceptación, debe convencer que es mejor que la competencia, y a esto se llama etapa de madurez. El producto debe sobrevivir a la indecisión. Si el verbo de la fase anterior era “Motivar”, aquí es el verbo “Convencer” y convencer a la compra.
En el ministerio de Jesús se ve esta fase cuando la competencia religiosa cuestiona su credibilidad; él logra mantener su diferenciación ganándoles todas las batallas. No tuvo rivalidad antes porque no habían visto su crecimiento. El esfuerzo de publicidad debe hacerse por vencer la resistencia de las personas ante la necesidad de adquirir el producto ofrecido y para ello debemos tener claro cuales pueden ser sus paradigmas de resistencia siendo cuidadosos en no transmitir mensajes equivocados.








Cuarta etapa. La fase de Saturación.
El producto en esta etapa logra crecer y llenar el mercado; cerca del 70% de las ventas se logran entre estas dos fases y es importante extender el tiempo de éxito con gran inversión en la comunicación. Aquí algunas empresas apelan aún al glamour.
En el ministerio de Jesús, este es el momento en que multitudes le siguen; lo manifiesta la respuesta enviada por los mensajeros a Juan el Bautista: “díganle a Juan que los ciegos ven, los sordos oyen y los paralíticos andan”. Claro que esas palabras muestran que estaba en el momento de saturación.
Si bien esta etapa es la de mayores éxitos, es importante entender que se acerca la declinación de este logro mayor. Nada en este mundo puede ser floreciente eternamente. Este es el momento en que se decide por hacer esfuerzos que extiendan la vida del producto, el rediseño o recurrir al portafolio para lanzar el siguiente producto.
La saturación del ministerio de Jesús se manifiesta en las multitudes siguiéndole y se encuentra su máxima expresión en la entrada triunfal a Jerusalén. Encontramos en la escritura que este día Jesús lloró por la ciudad, una semana después estaba en el punto de la crucifixión.
Es por lo tanto urgente estar listo para la última fase.



Quinta etapa. La fase de Declinación.
Esta es la última etapa del ciclo de vida, y nuestro producto está a punto de desaparecer, por lo que es necesario sacar el último provecho posible o rediseñarlo para extender su vida. Suele considerarse un 10% de la producción para esta etapa. La palabra que identifica esta fase es “promociones”, puesto que se requiere de esfuerzos especiales por terminar de convencer a los indecisos o aquel segmento de clientes que esperan el momento en que las cosas bajan de precio. En esta etapa Jesús sabía que no tenía mucho tiempo, y se esforzó por preparar el camino del siguiente producto, que era la iglesia. Aquí vemos que un ladrón, estando en la cruz, logró una garantía para estar en el paraíso, sin mucha militancia; contrario a otros que fueron rechazados por sus ocupaciones con frases como: “ninguno que pone su mano en el arado y vuelve su mirada atrás, es digno de mí”.
La urgencia en este momento por gastar los últimos fuegos artificiales se demuestra en los supermercados, cuando un producto va adherido a otro, promociones especiales o descuentos. El objeto es liquidar las existencias del producto, tratando de obtener los mejores resultados posibles. Se sabe que el tiempo es poco pues las ventas están decreciendo por lo que se planea catapultar un nuevo producto o un rediseño del mismo para extender el ciclo de vida de el existente. Si el producto ha de morir, que lo haga como héroe.
La etapa de declinación es equivalente a la conclusión del sermón homilético, el oyente sabe que está finalizando, que no hay mucho tiempo, incluso puede empezar a prepararse para salir del templo. Debe invertirse el mayor esfuerzo en poco tiempo, por eso es corta, breve y apelativa.
Muchas empresas fracasan usando las promociones antes de esta etapa, si bien deben ser incentivos que motiven las ventas, no deben usarse en etapas anteriores si no son necesarias. El trato de Jesús con Pedro, cuando le pregunta si le ama, se parece a un encuentro promocional puesto que todo se centró en función del siguiente producto: la iglesia. La frase “apacienta mis ovejas” denota, no me demuestres que me amas, solo apacienta mis ovejas en la fase siguiente. Vemos a un Jesús resucitado, pensando en otra dimensión, puesto que hablaba de la iglesia, de la gran comisión, de la otra etapa en que estaban ya, confirmando el momento en que dijo: “consumado es”. Estaba mostrando que los objetivos del producto actual ya estaban cumplidos, al grado que les prohibió salir de Jerusalén, concentrándolos en la preparación del evento de lanzamiento del siguiente producto que fue precisamente el día de Pentecostés.

Reseña de la Publicidad y la Mercadotecnia.

…¿Quién ha creído a nuestro anuncio? Isaías 53:1


Estas materias son recientes como carreras en las universidades, pero su uso es tan antiguo como el hombre mismo. Desde que la serpiente presentó a Eva un producto que se veía delicioso de comer y cuyos resultados prometían convertirle en dios, vemos una práctica que en la medida que el comercio fue creciendo el hombre de forma inmediata desarrolló. Lo que ha ido cambiando son las herramientas para presentar dicha publicidad y los alcances globales de su planificación.
Aún hoy día en el mercado de verduras, se ve la costumbre antigua de vociferar el producto al cliente que va pasando, otros usan un parlante para que les escuchen más personas, los que tienen alcance a ello hacen pequeños anuncios impresos y los que sienten perder sus clientes implementan sorteos y promociones especiales. De igual forma vemos campañas de publicidad mundial, que se transmiten por medios impresos, televisión satelital, Internet y agresivos mecanismos que profesionales en la rama han diseñado para empresas multimillonarias que pretenden mantener su retorno de inversión ante una competencia cada vez más sanguinario.

Referencia Bíblica

En la Biblia encontramos a Dios utilizar lo mejor de su esplendor con gran creatividad para llamar la atención; tal es el caso del llamado de Moisés. La forma de captar la atención de un israelita con muchos conocimientos de ciencia egipcia, y convertido en un inmigrante cuidador de ovejas fue por medio de una zarza ardiente que no se consumía. Pudo Dios usar otros métodos pero la enseñanza para nosotros es que para mostrar un producto novedoso y desconocido, debe utilizarse el máximo esfuerzo por llamar la atención en su etapa inicial. Posteriormente utilizó otras técnicas para confirmar la diferencia entre su producto y la competencia por medio de las pruebas que le dio para mostrar a faraón. Y más adelante una serie de plagas para terminar de saturar la mente no solamente de sus adversarios sino de los seguidores que aún no convencía. Fue tan impactante este escenario que todos los salmos de exaltación a Dios se referían a la liberación de Egipto. Aún en nuestros días, la fiesta de la pascua celebrada a nivel mundial presume conmemorar este momento; y nuestras iglesias se celebran cantos recordando como Jehová echó a la mar los carros de faraón.
De esta misma forma, Dios se comportó de maneras impactantes en el humeante monte Sinaí, en el trato con su pueblo en el desierto, en las guerras libradas y el majestuoso templo de salomón. El objetivo de Dios en ese tiempo era convencer a la nación judía que él era el único Dios y conducirles como instrumento para el cumplimiento de su plan en el resto de la humanidad.
En el mundo secular, que es una historia paralela al pueblo de Israel, el comercio fue creciendo y con éste la práctica de acciones para al éxito económico. Y a pesar que no esté escrito en la Biblia, el individuo debía decidir por cual herramienta comprar, si la del herrero que las exhibía en la calle con demostraciones en vivo, o la de aquel que las fabricaba a petición del cliente. Tan común debió ser la necesidad de decidir, que un día Josué utilizó el ejercicio al decirle a los Israelitas: “decidan hoy a quien servirán, si a los dioses de los pueblos vecinos o a Jehová de los ejércitos”; aclarando que él y su casa ya habían decidido servir a Jehová.

Utilidad de la Publicidad

La mercadotecnia aplicada a la publicidad siempre ha sido una disciplina que pretende mostrar un producto a un cliente que sabemos que puede adquirirlo pero que necesita ser convencido y motivado. Y esa acción la realizamos desde nuestro púlpito cada domingo por la mañana cuando pasamos a la persona más dinámica y carismática para que anuncie que tendremos un paseo familiar. Ese es el momento de gloria o fracaso, pues frecuentemente creemos que la gente debe ir al retiro como obligación por ser miembro de nuestra congregación; debiendo priorizar ante cualquier compromiso personal y condenado al pago obligado de una cuota generalmente tan simbólica que muchas veces engendra pérdidas. Ocasionalmente olvidamos que nuestros miembros son mortales; que en un desierto hubieran necesitado conocer los beneficios de la tierra prometida, también las demostraciones que les convencieran de la directa relación entre su líder con el dador de pan del cielo, el agua de la roca y los truenos en el monte.
La Publicidad es una de las herramientas de la mercadotecnia que busca mostrar el producto en la forma más convincente apelando para ello a las diferentes reacciones del hombre en sus convicciones, sentimientos, emociones y relación con los demás. De esta forma una junta de los directivos de una empresa para revisión de un plan operativo anual no se diferencia mucho de una reunión a inicios de año entre el pastor y sus líderes de ministerio. En ella se habla de las metas a lograr, el crecimiento que se busca en áreas de expansión, formación y sostenimiento económico. La diferencia está en la motivación interna de nuestra misión puesto que nuestra satisfacción mayor es cumplir la misión global de Cristo por medio de la iglesia. Contrario a una empresa donde la expectativa más importante es el beneficio económico. Sin embargo, ambos deberán recurrir a un plan en que se analice los diferentes estratos de personas, las inversiones que sean necesarias, el recurso humano involucrado, las formas, tiempos y lugares de alcanzar los objetivos planteados.
Si analizamos cual es el producto de nuestra misión, veremos que es llevar las buenas nuevas; eso precisamente es publicidad. También en la Biblia se nos hace mucho énfasis a trabajar con diligencia hasta culminar nuestra carrera instando “a tiempo y fuera de tiempo”; eso es mercadotecnia.
Por esta razón es importante revisar el momento en que vivimos. Algunas estrategias ya no funcionan como hace 40 años, no porque la gente es más reacia, sino porque fueron diseñadas para otra generación. La estrategia es una forma de lograr un objetivo, tal como era la campaña de avivamiento en la década de los 60 y con mucho éxito en su tiempo. Si hoy la aplicamos los resultados no son iguales. Razón tuvo el escritor de Eclesiastés al decir: “Si el filo se embotare será necesario utilizar más fuerza”.
De modo que si alguien consideraba la publicidad como un acto pecaminoso, puede tomar dos decisiones: declararse pecador por haberla practicado desde el día que colocó el rótulo de su templo o seguir el consejo de Pablo al aceptar los beneficios que puede obtener de ella aunque esto implique examinarlo todo y retener lo bueno.
¡Cuanto más si contamos con el respaldo del Espíritu Santo para guiarnos!